Sucede

A veces sucede

en la prisa,

en el vértigo.

En medio de un infinito entero de notas

descolocadas.

De repente,

un abrazo lo resuelve todo.

Sucede en el tiempo,

en las caricias,

en la incertidumbre

y en unos ojos

que abandonan los miedos

para

animarte a volar.

A veces sucede

cuando

no eres,

o cuando de golpe,

lo eres todo.

Simplemente sucede.

Y sonríes.

Y delante de ti,

se abre un camino

de pétalos.

Caos

A veces,

hay quien llega y te salva.

Sabía que era un caos.

Lo sabía.

Sabía que miraba más allá de lo que miran otros.

De llegar al fondo.

Algo así como acariciar las cicatrices con los dedos,

pasar e inventarse puertas donde no había

nada.

Lo simple lo convertía en extraordinario

cuando llovía a mares.

Era de hacer fácil las soledades.

Y aunque doliese la vida,

siempre esperaba

a la primavera.

Soñadores

Toca ponerse de pie,

abrir las ventanas y quedarse vestida de viento.

Hoy,

llueve a palabras aunque hay algunas que desordenan.

De eso se trata.

De llenarse de lunes y aprender a querer los domingos. Benditos domingos los de volver a empezar aunque los viernes revuelvan hasta las entrañas.

Pero ahí seguimos.

Mirando al miedo a los ojos

y encontrando cordura en cada sueño.

No es fácil ser soñador en medio de tanta guerra.

Parece que hace más frío de lo normal en mi rincón favorito,

las ideas se han puesto de huelga y

yo no sé qué parte de ti recordar.

Me encuentro boca abajo tratando de descubrir el misterio

y no veo más que papeles revueltos y algún punto suspensivo

que me mantiene alerta.

Arte

Me refugié en el arte ,

se me cayeron las hojas y me quedé desnuda en medio de mí.

Creía que podía gritar pero solo me acordaba de tu nombre.

Volví a hacerlo.

Ahí comprendí todo.

La lluvia,

las mareas,

los naufragios.

Todo.

Cada hueco de mi ser

estaba lleno de una arena

que tapaba los lunares

de la espalda

y me impedía respirar.

Escuché la brisa

y algo empezó a acariciar

esos rincones de mí que no conocía.

Caricias de las de cuando estás

rota por dentro y te tienen que recomponer en mil pedazos.

No hay escapatoria.

Te dejas llevar.

Esa mirada me levantó y las ideas

envolvían mi desastre.

Y crecieron otoños.

Y perdí el miedo.

Y gané confianza.

Lo llaman arte.

Y siempre me seguirá salvando

de los monstruos.

A partes iguales

Abrazar el desastre y

volver al punto de partida para descubrir algo nuevo.

A la deriva con los sueños desde lo que somos.

Silencio,

calma y algo de espera.

Sin prisas. Esta vez no hay que correr. Más que disfrutar del camino. Cada paso cuenta.

Tempestad en cada beso.

Hoy, guardo demasiados.

Más de los que me gustaría.

Muchos más de los que podemos y queremos dar.

Volveremos a llover con fuerza.

Espero.

Deseo.

Confío.

Fuerza que acurruca sin miedo y cura las heridas.

Y entre cada palabra,

un recuerdo y algunas soledades.

Así.

Un poco de todo y a partes iguales.

Miradas

Hemos aprendido. Sí. Cada una de ellas es una vida contada de diferentes maneras.

Autenticidad en tiempos de ruido.

Seguimos andando.

Sin disfraces. Vamos avanzando con los ojos.

Ellas, siguen hablando. Nos dicen más cosas de las que podemos entender, de las que queremos entender porque supone mirarnos dentro y eso da miedo.

Reconocemos que nos emociona cada sentido, cada vuelta, cada giro. Sus gestos.

Lucha, esperanza, tristeza.

Ojalá no dejemos de mirar como lo hacemos ahora. Se nos olvidaría lo importante.

En la tuya, aunque no te lo diga,

vuelvo a empezar de cero.

A contratiempo

Raro e intenso a la vez.

Pero yo en el mismo punto. Con los pies pegados al suelo intentando tocar lo que está lejos.

Siempre encuentra un hueco.

En cada atardecer, en cada vuelta.

Da igual cómo lo mires.

La forma,

el color,

el tamaño.

Vive ahí. Dentro.

A contratiempo.

El reloj se ha quedado sin pilas y las prisas ahuyentan el miedo.

Refugio.

Lo que dejé por el camino, ha decidido recomponer las grietas para que crezcan flores.

Y yo, vuelvo a respirar.